"Qué astuto. Qué indecente. Qué maravillosamente oportuno..."
Algo hago mal los veranos si a cada uno que pasa me voy enfriando más. Una cosa más en la que vamos del revés.
Podría quejarme, autoenfadarme y dejarme de hablar; gritar a los cuatro vientos voces en forma de rabia y desazón... Pero para qué engañar(nos)(me)(te). Mi niña interior se ríe a carcajadas un poco más de mí que de las circunstancias y para colmo creo que ayer hasta se divirtió.
"Qué tendrás" como pregunta bidireccional que no sale de mi cabeza. "Innecesario" como sinónimo de "no quiero encontrar la causa, pero la realidad es que me moría de ganas". Discusiones y peleas como tapaderas del " me tiraría a tu cuello sin dudarlo". Y gestos delatantes de noche y a oscuras con los que no podría dejar de reír.
El problema del cariño viene cuando sobrepasa fronteras. El problema de ser demasiado iguales es que terminamos aparentando justo lo contrario. El problema de la racionalidad es que no alcanza a entender lo irracional.
Mierda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario