jueves, 20 de agosto de 2015

A partir del enésimo error se deja de aprender.

"Qué astuto. Qué indecente. Qué maravillosamente oportuno..."
Algo hago mal los veranos si a cada uno que pasa me voy enfriando más. Una cosa más en la que vamos del revés.
Podría quejarme, autoenfadarme y dejarme de hablar; gritar a los cuatro vientos voces en forma de rabia y desazón... Pero para qué engañar(nos)(me)(te). Mi niña interior se ríe a carcajadas un poco más de mí que de las circunstancias  y para colmo creo que ayer hasta se divirtió.
"Qué tendrás" como pregunta bidireccional que no sale de mi cabeza. "Innecesario" como sinónimo de "no quiero encontrar la causa, pero la realidad es que me moría de ganas". Discusiones y peleas como tapaderas del " me tiraría a tu cuello sin dudarlo". Y gestos delatantes de noche y a oscuras con los que no podría dejar de reír.
El problema del cariño viene cuando sobrepasa fronteras. El problema de ser demasiado iguales es que terminamos aparentando justo lo contrario. El problema de la racionalidad es que no alcanza a entender lo irracional.

Mierda.

lunes, 10 de agosto de 2015

La paradoja de la sordidez.

Años atrás esto (y montar en bicicleta) resultaba mucho más sencillo... Sabría cómo empezar si no hubiera comenzado ya tantas cosas que no llegaron ni al primer puerto de repostaje. Pero esa es otra historia.

Supongo que el colmo de quien se autodefine como la mayor y más firme defensora de los puntos finales es no tener ni pajorera idea de cómo escribir un final. Perdón: Finales hay muchos, pero a pesar de los pesares del arte moderno y el relativismo moral los finales abiertos, los confusos, los finales sin final y los demás pululamientos no pueden ser en este caso incluidos en el concepto.
Yo hablo aquí de un punto final de los gordos, bien redondo, en negrita y a tamaño "número altísimo".- Me permito la licencia de "hablar de" con más cara que espalda porque si lo pienso bien llevo en la lista de morosos de finales más de un año, más de dos y más de más.
Y digo "hablo" porque hablar es fácil; pero también grazno, maúllo y hago ruido. Vivo y observo, y vivo más y aprendo, y me enorgullece echar la vista a los últimos trescientos y pico días, porque si algo he hecho mucho, de verdad y bien ha sido aprender. ¿El problema, entonces? El enésimo pequeño tropiezo. La enésima Pandora con caja por abrir.
Me incomodas porque sin verte no te echo en falta y apareces cuando no se te llama; y yo aprendo de todo y evoluciono, y aunque te cambio de forma y de escalón en la prioridad de mis esquemas nunca terminas de desvanecerte. Ojalá las debilidades dejaran de serlo con un simple vistazo al espejo y a la realidad. Ojalá la razón actuara donde sí y no sólo donde no.
Hoy no es por ti. Seguiremos informando.

(Escribir de noche sigue siendo trampa tanto tiempo después. a mí no me engañáis.)